Debemos estar dispuestas a
correr los mayores riesgos, sabiendo que contamos con la ayuda continua de
Dios. “¡Dios y audacia!La audacia no es imprudencia. La audacia no es osadía”.
La audacia se
apoya en la prudencia y en la justicia y permite a la persona ver con claridad sus medios naturales y buscar los
sobrenaturales.