viernes, 23 de agosto de 2013

Debemos estar dispuestas a correr los mayores riesgos, sabiendo que contamos con la ayuda continua de Dios. “¡Dios y audacia! La audacia no es  imprudencia. La audacia no es osadía”.


La audacia se apoya en la prudencia y en la justicia y permite  a la persona ver con claridad  sus medios naturales y buscar los sobrenaturales.