Debemos estar dispuestas a correr los mayores riesgos, sabiendo que contamos con la ayuda continua de Dios. “¡Dios y audacia! La audacia no es  imprudencia. La audacia no es osadía”.

La audacia se apoya en la prudencia y en la justicia y permite  a la persona ver con claridad  sus medios naturales y buscar los sobrenaturales.

La persona actúa audazmente en el desarrollo de una virtud, siendo justa, generosa, paciente. Es decir, la audacia aumenta  la confianza  en Dios para conseguir objetivos buenos.

Hay varios defectos que dificultan la virtud de la audacia:

•   La temeridad , la osadía.

•    La pusilanimidad  y la cobardía .

La virtud de la audacia es parte de la virtud de la magnanimidad, porque ayuda a la persona a buscar el bien, con la confianza de conseguir metas altas que valgan la pena.

¿Qué es la audacia?

Es la virtud por la cual tomamos la iniciativa y emprendemos tareas necesarias e importantes para el crecimiento personal y de los demás.  Para que la audacia no se convierta en osadía o en temeridad debe ir precedida de una deliberación y estudio de las diversas situaciones y alternativas más adecuadas.